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De Arzúa a Pedrouzo – Diario de un peregrino

En este quinto día de viaje recorremos el tramo que va de Arzúa a Pedrouzo. El día se levanta nublado y algo frio. Es una etapa que se asemeja en cierto modo a la de ayer, aunque las ascensiones son más gentiles.

Aprendida la lección, hoy toca desayunar correctamente. No sé qué pasará en los pueblos con los bocadillos, todos me parecen tamaño XXL. Apenas soy capaz de comer la mitad, incluso menos, dejando el sobrante como tentempié durante la ruta.

Pocos son los elementos a destacar del recorrido que va de Arzúa a Pedrouzo: bosque, campos, más bosque, algunas casas, riachuelos, más bosque,… Os contaré pues, la forma peculiar con la que viví esta jornada.

De inicio, y durante los primeros 3 kilómetros, parece como si todos nos hubiéramos puesto de acuerdo en mantener las distancias entre nosotros. Una especie de tratado de “no adelantamiento”. Resultaba relajante contemplar como todos nos integrábamos perfectamente en el entorno, lo que me permitía centrarme en el “aquí” y en el “ahora”. Más súbitamente, escucho las primeras pisadas sobre el terreno que se acercan rápidamente hacia donde yo me encontraba.

Se trataba de una chica, con la que me crucé el día anterior y que, tras desearme “Buen camino”, con paso ligero, muy ligero, decide romper el tratado y ponerse en cabeza. Con este acto, se abre una pequeña brecha en el estado de paz interior en el que me hallaba sumergido, por lo que dos opciones se abrían ante mí: regresar a ese estado de paz o presentar batalla (metafóricamente hablando, claro está). Analizo brevemente ambas opciones y me declino por la segunda.

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Acelerando!

Tomada ya la decisión, inicio gradualmente la aceleración pero justo entonces aparece la primera subida, no muy pronunciada pero si lo suficientemente larga como para aconsejar volver al ritmo anterior. Observo a mí anónima contrincante con la esperanza de que se tome un respiro, más ella no parece estar por la labor. Es más, no se le ocurre otra cosa que apretar el paso. Debe de ser esa clase de senderistas que se crece con las subidas (no es mi caso).

Por un momento su reacción ante el obstáculo me aturde, era difícil de imaginar que toparía con una adversaria tan preparada, atlética casi diría. Pero lejos de doblegarme ante la evidencia, decido no a dar mi brazo a torcer tan fácilmente y meto la reductora mientras aprieto también el acelerador. No llevo pulsómetro, pero seguro que mi ritmo cardíaco no bajaba de las 140 pulsaciones/minuto.

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Tras 7 kilómetros de constantes aproximaciones y distanciamientos, se obra el milagro y consigo rebasarla. Qué momento de gloria!!. Sin duda me merecía un trofeo de enormes dimensiones por mi tenacidad. Pero era consciente de que mantenerse en el Podio sería complicado ante semejante rival, muy superior a mí en cuanto a capacidad pulmonar se refería, por lo que decido colgar las botas y retirarme como un campeón. Paro en seco, reposo en el suelo mi mochila, me bebo de un solo trago media cantimplora y dejo que ella me rebase hasta perderla de vista en horizonte. “Buen camino peregrina!!”.

Colgar las botas…

Referente a lo de colgar las botas, en este tramo son muchos los hitos en los que encuentro botas colgadas sobre ellos, probablemente de peregrinos que decidieron abandonar su sueño ante el cansancio acumulado, dejando allí la huella del esfuerzo por coronar la cima de todo peregrino, llegar a Santiago de Compostela.

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Y hablando de esfuerzo, de constancia y de tesón, pronto paso frente a un peregrino que sufre inmovilidad total en sus dos piernas, avanzando lentamente por el camino con ayuda de dos muletas. No puedo ni siquiera imaginar la dimensión del esfuerzo que se precisa para completar cada tramo con semejante hándicap. Así que decido simbólicamente, desprenderme del trofeo recién ganado para entregárselo en el más completo de los silencios. Él sí que en verdad es un campeón.

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Llego por fin a Pedrouzo, final de etapa y con una población de aproximadamente 300 habitantes que alberga más de 2.000 peregrinos al día. Aquí podemos encontrar supermercados, cajeros, tiendas de souvenirs, peluquerías, quiroprácticos y un sinfín de restaurantes y cafeterías.

Tras recibir las pertinentes y acertadas indicaciones del responsable de la Pensión donde me alojo, decido comer en el restaurante Pedrouzo, donde por 12€ tienes un excelente menú de ternera a la piedra (con salsa a parte del estilo chimichurri), patatas fritas, ensalada, postre y bebida. Altamente recomendable!

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Espero que te haya gustado el relato de esa quinta etapa que va de Arzúa a Pedrouzo. Lee también que pasó a la SIGUIENTE ETAPA y apúntate a cualquiera de los Caminos que te ofrecemos desde Creative Rural.

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