Ya estamos en la cuarta etapa del camino con el trayecto que une de Melide a Arzúa. Se trata de una opción relativamente nueva, ya que antes todo el mundo hacía de un tirón Palas de Rei – Arzúa, recorriendo sus 30 kms. En cambio, ahora cada vez más gente (como nosotros), opta por hacer tramos más digeribles con el fin de disfrutar del Camino y no de sufrirlo. Sorprende ver multitud de gente que obsesionada por quemar kilómetros, no levantan la vista del suelo para contemplar el bello paisaje por el que atraviesan, se marcan tiempos estrictos y no se permiten más allá de 15 o 20 minutos para comer. Difícilmente el Camino pasará por ellos!.
Hoy, sin echar cuenta, cambio mi desayuno habitual por otro bajo en hidratos de carbono, a lo que le sumo la ausencia de café. El resultado ha sido la falta de energía que no me permitió despegar los pies del suelo. Hoy mis piernas y mis pies ya no volaban como ayer.
Nuevo cambio meteorológico y la temperatura en claro descenso, lo cual me obliga a caminar abrigado. En dos días, se redujo la temperatura en 22 grados. A este paso, no sé si mañana habré de alquilar raquetas de nieve para completar la próxima etapa!!

Arranca la caminata de Melide a Arzúa
Una vez desayunado, arranco con una caminata en la naturaleza, en un paseo que vuelve a ser sumamente agradable y sombreado. Al poco rato llegamos a Santa María de Melide, una pequeña ermita románica del S XII que alberga en su interior un fresco original perfectamente conservado y la última verja de hierro medieval que se conserva en todo el camino.

La primera parte del recorrido transcurre por caminos de fácil pisada, entre bosques y campos de cultivo. Estamos todavía en la Galicia Rural, y eso alegra la vista y el espíritu.

Hoy también son pocos peregrinos que se cruzan en mi camino, pero en esta ocasión seré yo el que sufra adelantamientos constantes, como el de esta familia, donde el chaval escucha atentamente las explicaciones de su padre sobre lo que significa ISO en la fotografía. No importa, simplemente le eché la gasolina incorrecta al motor, mañana le añadiré algo más de octanaje.

Cuatro días en el Camino es tiempo suficiente para encontrarse con caras conocidas, gente con la que has compartido alojamiento, coincidido en una comida, o simplemente caminando, como por ejemplo una extensa familia andaluza que en la “Cafetería el Alemán” han entonado el himno del Sevilla (con el clásico “sevillista seré hasta la muerte…”). Se me hace raro escuchar himnos futbolísticos en este contexto, solo con que cambiaran la palabra “sevillista” por “peregrino” el resultado tendría más sentido: “peregrino seré hasta la muerte…”.

Momento de parar y escuchar
Cruzamos un riachuelo saltando sobre una piedras. No hay peligro alguno y el páramo es realmente bello, digno de pararse al menos 5 minutos a contemplarlo y escuchar el paso de las aguas.

Poco después el camino comienza a enseñar sus garras y las cuestas se suceden sin piedad. Mientras acometo la subida, tratando de tomármelo con calma, controlando mi respiración y pulsaciones, una voz femenina aguda me pega un susto de muerte, deseándome el conocido “Buen Camino” pero a un volumen no inferior a los 300 decibelios. Se ve que estaba escuchando música con su iphone y no controlaba el volumen que emitía su voz. Pero saqué partido de este pequeño incidente, ya que al disparse mis niveles de adrenalina, pude acelerar el paso, aunque solo fuera durante tres o cuatro minutos. Quizás sería buena idea incorporar voluntarios asustadores a mitad de estas subidas.

Pasamos un puente medieval a la altura de Ribadisio, donde algunos aprovechan para remojarse los pies. Un poco más adelante, hay la opción de desviarse unos 200 mts. para ir a una playa fluvial (bien señalizada).

Antes de llegar a la altura de la nacional, a la izquierda se puede ver una casa repleta de banderolas con frases inspiradoras», alimento del espíritu.

Llegada a Arzúa
En fin, llegamos a Arzúa y me llama la atención la existencia de muchos negocios dedicados a hacer masajes a los peregrinos. No es mala idea, pienso… así que después de comer, decido probar a ver qué tal sienta eso de relajar las partes más castigadas del cuerpo. La respuesta no se hace esperar, “de maravilla”, salgo como nuevo y me lo apunto para el viaje de septiembre, seguro que más de uno del grupo se apuntará también.
Así como ayer se imponía comer pulpo, hoy en Arzúa se impone comer queso de Arzúa-Ulloa, está elaborado exclusivamente con leche de vaca y su maduración no debe de superar las dos semanas. Pero eso ya por la noche, acompañando dicho manjar con otro no menos suculento, el caldo gallego.

Espero que te haya gustado el relato de esa cuarta etapa que va de Melide a Arzúa. Lee también que pasó a la SIGUIENTE ETAPA y apúntate a cualquiera de los Caminos que te ofrecemos desde Creative Rural.