Con la etapa que va desde Pedrouzo a Santiago de Compostela concluimos nuestro viaje por la más importante ruta de peregrinación de Occidente.
El día arranca pronto, a las 6:30. A esa hora abandono el hotel y me dirijo a una de las dos pastelerías del pueblo que abren a las 6h para desayunar. Entro a la más concurrida, la otra anda más justa de clientela. Nunca sabes si la diferencia se debe a un tema de calidad, de fama o tan solo de suerte, pero es cierto que acostumbramos a movemos por referencias.
Son las 7:15 y comienzo a moverme. Deshago el último kilómetro que hice ayer para acceder a mi alojamiento y pronto entro en una zona boscosa. La cantidad de peregrinos que a esta hora se concentra en este primer tramo de la ruta de Pedrouzo a Santiago se sale de lo habitual. Como no me gusta demasiado marchar a la cola de un grupo, básicamente porque me tapan la visión diáfana del camino, decido mantener el ritmo fuerte con el que arranqué en la pastelería.
Comienzo a dejar a mis espaldas peregrinos y más peregrinos. Para ser mi último día de ruta, me sorprende el ritmo al que soy capaz de caminar. Velocidad y energía que contrasta con los rostros que observo a mi paso. Algunos, al ver cómo los adelanto, no pueden evitar el hacer algún comentario. Por ejemplo: “ves, a este no le hace falta la bici” (en referencia a un comentario anterior), o bien otro más corto donde exclamaba un “jo..r, vaya máquina”. Menudo chute… con un público tan entregado uno se viene arriba rápido!!

Primeras subidas de Pedrouzo a Santiago
Hoy las subidas se concentran en dos tramos, la primera entre Amenal y Cimadevila y la segunda entre Labacolla y el Monte do Gozo. Le estoy comenzando a coger el tranquillo a las subidas, compensando las carencias respiratorias con ejercicios de hiperventilación que me ayudan a superarlas sin reducir excesivamente la velocidad. Además, las pulsaciones las mantengo controladas, por lo que mi cuerpo da señales de que todo va bien.

En Labacolla, localidad hoy es conocida por albergar el Aeropuerto de Santiago, antiguamente los peregrinos lavaban sus ropas y sus cuerpos para presentarse debidamente ante el apóstol. Además, esa costumbre higiénica, les permitía ascender a buen paso hasta el Monte do Gozo (llamado así porque era el primer punto donde se divisaba la ciudad). A día de hoy, la existencia de un complejo hospitalero construido desde la capilla de San Marcos hacia abajo, ha arruinado ese paisaje.

Comienza el descenso por el otro lado del Monte do Gozo y estamos expectantes de ver aunque solo sea un detalle de la Catedral, pero eso no ocurrirá hasta que transitemos por la Rua de San Pedro, a un kilómetro exacto del Monumento. Esta bonita calle se la ve repleta de vida, de comercios, restaurantes y pastelerías donde comprar una tarta de Santiago.


La entrada en Santiago
La entrada en Santiago se produce justo cuando abandonamos el Monte do Gozo. Como sucede con la entrada en buena parte de las ciudades, no será esta de las mejores visiones que hayamos tenido en el Camino, Además, estamos impacientes por llegar y nos interesan lo más mínimo las autovías, rotondas, barrios residenciales, etc… Un gran cartel y una estatua de grandes dimensiones nos anuncian la llegada al núcleo de la ciudad.


A partir de la Plaza del Carmen arranca el casco antiguo, con calles cada vez más concurridas, músicos y artistas callejeros se ubican por doquier, siempre rodeados de un público ocasional.

Y, por fin, como culminación de la etapa Pedrouzo a Santiago, entro en la Plaza de Obradoiro, accediendo desde la parte trasera y pasando tras un pequeño túnel. Muchos son los grupos de personas que se concentran en la plaza y no es difícil percibir la explosión de emociones que se produce en ese lugar. Abrazos, risas y también llantos.
Y es que hacer el Camino nada tiene que ver con salir a hacer un paseo o una excursión, son muchas las horas en las que le exiges tus pies que aguanten un poco más, a los pulmones que alberguen más oxígeno y a tu corazón que lata con fuerza pero de forma controlada. A eso, quizás le debas sumar un clima adverso, la falta de horas de sueño o el haberte separado durante unos días de tu familia o pareja. Yo no pude tampoco contener parte de esa emoción, cerré los ojos, inspiré profundamente y le regalé una sonrisa al sol.

Entrar en la catedral y recoger la “Compostela”
Tras ese momento, puedes optar por entrar en la Catedral (ojo, primero habrás de dejar tu mochila en Campus Stellae situados en Plaza de la Quintana, ya que no permiten el acceso con ellas), o bien ir al directamente a la Oficina de acogida del Peregrino (Rúa Carretas, nº33), donde darán la “Compostela” que acredita tu peregrinación a la Tumba del apóstol Santiago. Yo me había propuesto llegar para la misa de las 12h. Justo a esa hora estaba subiendo por las escalinatas de la Catedral mientras sonaban sus potentes campanas.

Por la noche, toca descansar del viaje y en esta ocasión escogí el Hostal Alfonso, un pequeño establecimiento muy céntrico a la par que tranquilo, ya que está situado frente al parque de la Alameda. Mi habitación goza de spectaculares vistas a la Catedral. Tortilla de patatas, pimientos del padrón y algunas copas de buen vino albariño nos acompañan en esta cena de despedida con la que, improvisadamente, nos han obsequiado los amables dueños del Hostal.
Buena suerte y buen Camino Peregrino!